En el campo de la Sociología del Envejecimiento está ampliamente aceptado que la vejez es un constructo resultado del curso de la vida donde la diversidad estará modelada en la imbricación entre el tiempo individual y el tiempo social e histórico. Esta diversidad se hará visible en el cuerpo envejecido generando situaciones de mayor o menor integración, estigma, marginalidad, etc., que muchas veces se plasmará en formas viejistas (ageims) relacionadas en un orden ligado a un modo de producción y, fundamentalmente, en el mercado laboral que, como organizador de lo social, influirá en todo el campo social. Una de los modos en que socialmente se significan los cambios corporales en relación al curso de la vida, determina un sistema estratificado por edad.
Envejecer supone cubrir determinados roles ligados a la edad y cada rol implica un cierto saber que, desde esta mirada, supone una transmisión. De esa manera las edades, ligadas a los roles y a los saberes, permite una continuidad entre las generaciones.