Definimos un sentido de la atención como una intensidad de nuestra apertura hacia las cosas, los otros y nosotros mismos, un éxtasis que cabalga sobre la intuición desde la que experimentamos nuestro estar en el mundo. Se distingue de la atención normalizada, cuyos efectos pueden, estandardizarse, postularse como norma que debe regir las conductas, enlazarse a circuitos de verificación que establezcan cuánto se ha esforzado una atención singular con respecto a un patrón. Finalmente, hay una atención que interesa a las “economías de la atención”, medida en los tiempos de conexión durante los que agentes anónimos realizan actividades discernibles online cuyo registro queda guardado en grandes bases de datos. Nuestro punto de partida son entrevistas grupales a estudiantes de la Universidad Nacional de Cuyo, realizadas por estudiantes, sobre el uso de celulares y computadoras. Con la mirada en la atención, describiremos cinco razgos que se destacan en las entrevistas: la estructuración de ritmos vitales por los medios digitales, el olvido del mundo circundante, la pérdida de la capacidad de estar sólo/a, el stress impuesto por el multitasking y la centralidad del problema del deseo para entender la dificultad subjetiva para moderar el uso de medios digitales.