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Viraje y nueva perspectiva de El monitor de la Educación Común
Duarte y Oscar Daniel.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.
Resumen
Desde mediados de la década de 1880, la orientación definitiva de la economía nacional asentada en la producción primaria y en una inmigración sostenida que forjará un mercado laboral más económico, dejó definitivamente de lado la propuesta de una educación técnico-industrial para la educación. Los sectores políticos vinculados al aparato del Estado priorizaron la defensa de una educación humanística. El objetivo de de la elite consistió en “moralizar” y “nacionalizar” más que formar en técnicas poco necesarias para el mercado de trabajo local. En este trabajo analizaremos ese doble juego desde la revista El Monitor de la Educación Común. Discutiremos parcialmente con el planteo postulado en la obra de Juan Carlos Tedesco. No negamos la importancia política de la educación, sin embargo entendemos por política un tipo de orientación programática en función de un desarrollo productivo particular. La educación cívico-moral que gana lugar en los programas de estudio contiene también un estricto interés económico. La política educativa buscó “nacionalizar” y “moralizar” a las nuevas generaciones. “Nacionalizar” obligaba a uniformar en un sentir patriótico detrás de una misma historia, lengua, geografía o derecho. Del mismo modo librar de cualquier elemento extranjero, entre ellos cualquier tipo de experiencia política propia o heredada, que cuestione el poder político. “Moralizar” en cambio, se orientó a la conformación de un sujeto social apaciguado, que reconozca la autoridad, que acepte su rol social, así como recibir pasivamente el estimulo de la posibilidad del ascenso social (desde lo individual) a través de la educación. Cualquier tipo de rebelión u organización social presenta (a veces mediado, a veces no) inconvenientes para la reproducción ganancial. Intentar la estabilidad social del país es, a nuestro entender, una tarea política con un estricto interés económico. A medida que esta política educativa se impone los programas irán reduciendo las horas de educación científico-técnica fomentando una educación ligada a las necesidades del mercado de trabajo. En ambos aspectos, ya sea para adoctrinar a los sectores oprimidos contra cualquier tipo de organización que pudiera poner en jaque la “paz y la administración”, o bien por las necesidades del mercado de trabajo en un tipo particular de formación más ligada a las necesidades del mercado local, la educación en argentina cumplió un rol social, político pero fundamentalmente económico.
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