La crisis internacional producto de la pandemia ha dado una nueva visibilidad a desigualdades estructurales. Su carácter excepcional generó renovadas expectativas en el papel de los Estados nacionales como garantes de las necesidades elementales de los pueblos. Las dificultades de los Estados para responder a estas necesidades y la agudización de la crisis del modelo de acumulación neoliberal han acrecentado las disputas por el sentido de la crisis y su posible superación. Estas disputas no son totalmente nuevas: se trata, en realidad, de un nuevo contexto para la intensificación –y en algunos sentidos renovación– de tendencias de largo desarrollo. Ejemplo de ello son las distintas expresiones de corte neofascistas que han ganado terreno en la disputa por el sentido común, y que llegaron incluso a expresarse en diversos gobiernos. En el 2020 se produjeron reveses en estas tendencias, como la derrota de Trump en EE.UU. o el triunfo del MAS en Bolivia. Pero sería un error leer los resultados electorales como el fin de estas expresiones. La construcción del sentido común y la disputa por los modos de comprender y representar los conflictos sociales son procesos mucho más profundos y difíciles de revertir. Con formas de representación del conflicto social nos referimos a aquellas estrategias argumentativas y enunciativas -por lo general no explícitas- que estructuran formas de comprensión del conflicto social, sus actores, relaciones y procesos. Invitamos a enviar trabajos que analicen formas de representación de distintos tipos de conflictos (sindicales, territoriales, por recursos naturales, por derechos civiles, etc.) pasados y presentes en medios de comunicación, producciones académicas, documentaciones oficiales y otros tipos de soporte. Se valorarán especialmente los trabajos que analicen las diversas articulaciones entre los conflictos presentes y pasados y propongan diálogos inter y transdisciplinarios. Comentarista: Daniel Feierstein y coordinadoras de