Esa incomodidad que surgía ante lo imprevisto en el aula ahora circula en las redes, ese afuera que penetra en el aula virtual, tal cual lo hacían los cuerpos presentes. Michele Bourguignon Maso señala en el foro del eje sobre la clínica de los cuerpos que “la escritura entre docentes es algo que emerge de la pedagogía de lo clandestino: de esa pedagogía que utilizamos diariamente en los salones y al no poder salir a la luz queda ahí, como lo clandestino: ocultado”. Quizá, en el año 2020 de pandemia, de incertidumbres, desconciertos y soluciones construidas mientras se anda, la clandestinidad transmuta en información que circula, una experiencia pública, pública para los hogares, para la sociedad, para Google, youtube, Instagram, twitter, Facebook, una mutación que se produce en su opuesto complementario, lo oculto está en el exceso de luz. Si cartografiar es poner las coordenadas de una estructura que se encuentra formada por normativas, cuerpos, roles, saberes, mutamos las coordenadas al suelo líquido del fluir de datos. De esto trata esta ponencia, de las mutaciones del proceso de aprendizaje en aquellos que acceden al aula virtual, y las desigualdades que genera la falta de acceso a ellas.