“¡Al piso dije, son sordos pendejos de mierda!”. Sirenas. Patrulleros. Más patrulleros. Una lata de coca en el piso. Niños en el piso, con miedo y total incertidumbre. La vereda de un local de almacén “chino”. Más policías. Hay sangre que emana de la rodilla lastimada de un niño. Los niños, con la panza haciéndoles ruido, con ganas de vivir “un ratito” la niñez y sentirse parte de esta sociedad, ahora si son visibilizado por el Estado.Las fuerzas policiales y el poder judicial, se constituyen como ejecutores de una cadena punitiva siniestra.¿Cómo es posible que los niño estén esposados? ¿Cómo pueden ser ingresados a la fuerza a un patrullero? ¿Por qué se permite que los niños sean detenidos? La idea del presente trabajo es ir desentramando estas imágenes (niños violentados por el Estado) desde un análisis psico-social.Problematizando sobre las relaciones de poder y violencia que se expresan en la persecución, hostigamiento y detención de sujetos vulnerables y vulnerados, donde las construcciones sociales y culturales cumplen un rol fundamental en este engranaje. Se hará referencia a la selectividad del sistema penal, visibilizando el castigo que recibe cierto sector de la población. Además, el presente trabajo tendrá como objetivo reflexionar acerca de los efectos observables de las practicas interdisciplinarias que se orientan a mitigar la vulneración de derechos de las infancias y adolescencias. Nos apoyaremos en los aportes teóricos de:Castel,Daroqui,Foucault,Lopez,Viñas.