Si se acepta que la movilidad es una noción compleja donde es posible distinguir al menos tres dimensiones: la del movimiento físico, la atribución de sentido y las prácticas experimentadas y encarnadas (Cresswell, 2011), este trabajo aborda la segunda de ellas. Se transcriben para ello algunos resultados de un estudio cualitativo sobre público cuya metodología articuló tres etapas metodológicas diferenciadas. En una de ellas se aplicaron técnicas proyectivas (Catterall e Ibbotson, 2000) que registraron la emergencia de representaciones de una subjetividad fluida y lábil, transcurrida por oscilaciones, que no opera escisiones, sino que tiende a establecer tránsitos complejos de alta inestabilidad en las escansiones sociales cristalizadas (lo colectivo y lo individual; hombre, máquina; urbano, rural; cuerpo material y virtual). Para el examen de los resultados se pusieron en obra modelos de análisis de procesos figurales según un encuadre general tributario de la Teoría de los Discursos Sociales o sociosemiótica (Verón, 2013).