Un lugar particular y destacado en los análisis del peronismo es ocupado por la cuestión de los “orígenes” del movimiento/partido/régimen liderado por el Coronel Perón. En un debate que ha devenido clásico, las visiones “ortodoxas” explicaban al peronismo como emergente de una situación de transición entre la sociedad tradicional y la moderna, enfatizando en la formación de una nueva clase obrera formada por migrantes del interior del país. Frente a ella, la mirada “revisionista” sustentaba que la común experiencia de sufrir la explotación capitalista durante los años treinta unificaba como clase obrera a migrantes recientes y residentes urbanos establecidos. Como puede ser fácilmente advertible, en este debate el interior del país era prácticamente inexistente. Versiones posteriores, provenientes de la sociología electoral, tendieron a subrayar la fuerte impronta “conservadora” en el peronismo del interior, partiendo de una contrastante división litoral/moderno-interior/tradicional. Junto a esta mirada que separa las “dos Argentinas” permanece otra distinta: la de un país “vertebrado” (más, al menos, que sus pares sudamericanos contemporáneos). Estas dos miradas coinciden, sin embargo, en suponer que las clases populares del interior del país fueron integradas al peronismo a través de relaciones clientelares establecidas con líderes o punteros pertenecientes a fuerzas conservadoras. En los últimos años, diversos trabajos que observan la formación del peronismo en diversos espacios provinciales, han avanzado en cuestionar tanto la versión clásica del debate, como sus derivaciones posteriores, asentando nuevas miradas sobre las características políticas del nuevo movimiento. En este trabajo, se intenta articular estas nuevas interpretaciones, provenientes en su mayoría de una renovada historia política, con el propósito de delinear los contornos de una explicación nacional del origen del peronismo.