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¿Ocio o Propaganda? El rol del teatro libertario en Buenos Aires entre 1910 y 1930 El movimiento anarquista supo representar no
maria de la rosa.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.
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Resumen
El movimiento anarquista supo representar no sólo a los trabajadores sino a todo un sector social marginado; habló para ellos e intentó brindarles las respuestas que buscaban. Al ignorar el sistema político parlamentario y rechazar todo tipo de organización verticalista apeló a una red institucional formada por sindicatos, asociaciones filantrópicas, bibliotecas, escuelas racionalistas y centros culturares a través de las cuales canalizó su discurso político y cultural; al mismo tiempo que construyó a su alrededor un espacio de sociabilidad. Dentro de este marco se destacó el teatro pues al recurrir tanto al imaginario como a la oralidad se transformó en uno de los instrumentos de propaganda por excelencia. De esta manera, intervino en la realidad política, social e intelectual de la sociedad porteña durante 1910 y 1930. Todas las obras que se representaban comportaron una marcada finalidad proselitista a través de la cual se buscó por un lado, difundir la ideología libertaria; por otro confrontar con el poder político. ´ En efecto, no existió una frontera definida entre teatro y propaganda; resultaba prácticamente imposible determinar donde comenzaba y finalizaba cada una de ellas. Si bien muchas de las obras se caracterizaban tanto por su tediosa retórica como por una mala representación, y otras no eran aceptadas ni siquiera por la crítica libertaria; su originalidad y su grandeza residían en la inquietud y la reacción que provocaba en el espectador. Paralelamente, resultaba imposible disociar las piezas teatrales de su función pedagógica; pues su principal objetivo fue educar en los ideales libertarios. De esta manera, el teatro anarquista buscó transformarse en una opción diferente pero compatible con los intereses del trabajador. Las piezas teatrales tenían una función combativa: fueron un arma cultural; por tanto su estética se hallaba ligada al propósito moral y social que transmitía. Era lógico que en las temáticas se manifestasen las creencias, aspiraciones y problemáticas del trabajador; en cuyas manos el arte se transformaba en un instrumento de lucha. Pensar y explorar cuál fue la finalidad intrínseca que persiguió esta manifestación artística dentro del movimiento anarquista en el período estudiado es el objetivo y la finalidad de la presente investigación.
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