A partir de la propuesta de los coordinadores, este trabajo pretende informar del itinerario de un intelectual chileno del siglo XX, en cuya trayectoria se evidencian tensiones y transformaciones en sus “estrategias de intervención y producción de saberes científicos”. En concreto, nos proponemos poner en perspectiva crítica textos del abogado y profesor chileno Juan Andueza Larrazábal de la década de 1930 y su actuación como filántropo a partir 1945. Se presentan así intereses académicos en aparente contraste, como la eugenesia y la criminología por una parte, y el arte y el psicoanálisis, por otra. La posible disonancia cognitiva que pueden producir en la actualidad estos intereses diversos nos hablan de un horizonte de producción intelectual con especificidades históricas que cuestionan genealógicamente las cuestiones disciplinarias contemporáneas y nos llevan a considerar al intelectual como un “performer”; es decir, como alguien que hace algo con su discursividad, para impactar determinadas audiencias. Partiendo de “La emotividad en la vida y en el arte” de 1931, pasando por “las Leyes de Esterilización” de 1935, hasta “El psicoanálisis en la criminología” de 1937, la producción intelectual de Juan Andueza en la década de 1930 da cuenta de una convivencia de intereses diversos y eventualmente contradictorios en su horizonte de producción e intervención intelectual. A este breve y selectivo panorama textual se suma una larga trayectoria hacia el final de su vida en torno de labores filantrópicas derivadas de su actuación como abogado a cargo de la herencia de Arturo López Pérez - una de las mayores fortunas chilenas del siglo XX - que fue destinada a la creación de una fundación de tratamiento del cáncer y de la que Juan Andueza fue presidente y principal gestor durante décadas. La convivencia de intereses nos hablan tanto de una época histórica provista de otras coordenadas de producción intelectual, como de la situación del intelectual al interior de un campo que determina la vinculación con temáticas razonablemente rentables en términos de capital simbólico y las estrategias de sucesión o subversión por las que el intelectual opta. A partir de este caso y de este breve universo de textos, pudieran vislumbrarse cuestiones de importancia en la producción intelectual latinoamericana de la década de 1930: la defensa social, el organicismo, una intacta fe positivista, la defensa del saber técnico y experto, la narrativa de una degeneración generalizada - entre otros vectores -; junto a la consideración de estas temáticas más allá de una “historia de las ideas”, sino más bien como instancias de ejecución performática de los intelectuales, que apelan a mediar entre el poder y el saber, contra la puesta en alza de su capital social individual.