Desde hace un tiempo la Historia se ha renovado merced a nuevas perspectivas historiográficas que favorecieron miradas diferentes sobre procesos y actores. Algo similar sucedió con los Diseños Curriculares de la escuela secundaria bonaerense, que hicieron lo propio apoyándose en una Historia social que permitiera comprender los procesos, que los problematizara y que incluyera en su desarrollo actores que no habían sido contemplados por la historiografía más tradicional, ni por los currícula anteriores, como las mujeres, los niños, las minorías, entre otros. En este escenario que hemos referido brevemente, es importante analizar si esa Historia renovada, tanto la académica como la que se pretende en los Diseños (Historia regulada) llegó a las aulas de las escuelas secundarias impactando sobre la Historia enseñada. Partiendo del supuesto de que los manuales son el recurso más utilizado en las clases de Historia escolar, coincidimos con Marta Negrín en que son “el artefacto que concreta y presenta el curriculum en el interior de la institución escolar” (2009: 2), circunstancia por la cual no pueden ignorarse al momento de pensar la Historia enseñada. En función del papel que desempeñan en las aulas y del lugar central que le otorgan muchos de los docentes, es interés de esta ponencia analizar el grado de renovación historiográfica del contenido disciplinar de los manuales de texto de escuela secundaria para observar la existencia o la ausencia del código disciplinar. Según Cuesta Fernández (1997:20) el código disciplinar es el elemento clave que configura a una disciplina escolar y que puede haber permitido algunas pervivencias de enfoques hitoriográficos tradicionales. Centraremos nuestro análisis de caso en el proceso que se inicia en 1776 con las reformas borbónicas y que llega hasta 1810 con la junta del 25 de mayo, y que se conoce en líneas generales como el “proceso de mayo”.