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Autonomía y pacto, libertad y normas en la cultura política del anarquismo español
BARRIO ALONSO y ÁNGELES.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.
Resumen
AUTONOMÍA Y PACTO, LIBERTAD Y NORMAS EN LA CULTURA POLÍTICA DEL ANARQUISMO ESPAÑOL Ángeles Barrio Alonso Universidad de Cantabria El discurso anarquista influido por las tesis de Bakunin y de la Alianza, que llegaron a España a través de Fanelli, formuló sus particulares idealizaciones acerca de la sociedad futura, igualitaria, solidaria y autónoma -sin Estado ni leyes, sin ejército y sin burocracia, sin patrias ni naciones-, a partir de la doble fórmula de la federación -instrumento del pacto sinalagmático y conmutativo del federalismo, única norma admitida por el anarquismo para la organización de la vida social-, y de la economía colectivizada, como principio básico para la producción y los intercambios, ya que rechazaba la del socialismo de Estado. Esa cosmovisión, ya sea en su versión colectivista, sindicalista o comunalista, aparece trufada de valores procedentes de la tradición jacobina y demo-socialista del republicanismo, que los anarquistas mantuvieron viva en España, a través de los años y de los cambios de régimen, hasta, al menos, la Guerra Civil. El ideal libertario formuló un discurso redentorista sobre el poder y el anti-poder, impregnado de los valores característicos de rebeldía y transgresión de los anarquistas –de ahí su caracterización como movimiento anti-sistema, y su proyección diferenciada, a pesar de los elementos comunes, respecto de los discursos de las cultura políticas “vecinas”, del republicanismo y el obrerismo, porque para los anarquistas la conquista del poder político era un objetivo anti-revolucionario ya que la competencia entre partidos, como un juego de exclusión y no de inclusión, lo hacía en sí mismo perverso. Como alternativa afirmaban la autonomía de un poder sin delegaciones a organismos intermedios, es decir, a partidos políticos, ni intermediarios, esto es, a políticos profesionales. Pero la negación de las instituciones políticas no significaba renuncia a algunos de los objetivos de los republicanos o los socialistas, inhibición en la consecución de metas o falta de perseverancia respecto del ideal; y de ahí la gran trascendencia del anarquismo como movimiento social.
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