El concepto de revolución pasiva en Gramsci es tratado aquí como un aporte, que puede permitir entender a las distintas políticas de la economía verde, dentro de América Latina, como un esfuerzo del capitalismo internacional por seguir siendo hegemónico. Gramsci entiende por revolución pasiva una revolución sin revolución, en donde los grupos dominantes reaccionan ante la subversión esporádica e inorgánica de la masa popular, con restauraciones que recogen cierta parte de sus exigencias logrando reformar el Estado sin pasar por la revolución política radical. En el caso de las luchas eco-territoriales, las Cartas Magnas con Derechos de la Naturaleza, etcétera, vale la pena preguntarse qué tanto el capitalismo trata de apropiarse de dichos discursos y hacer uso de las disputas ambientales para quitarles su parte radical e introducirlas de nuevo al proceso de acumulación de capital. La capacidad revolucionaria del capital no debe de ser subestimada en ningún terreno, ni siquiera en el espacio ecológico político. La crisis ambiental actual no tiende en sí a la aceleración del fin del sistema político-económico, ésta bien puede formar parte de la atenuación o el transporte de las contradicciones con el fin de que persista la producción y acumulación del capital.