A diferencia de la mayor parte de la administración pública argentina, el cuerpo diplomático cuenta con cierto grado de autonomía del poder político en relación a sus propios intereses corporativos, tales como la estructuración de la carrera, el control de los dispositivos de reclutamiento y formación, la determinación de sus propias normas y códigos internos, entre otros elementos. Peso a ello, los cambios políticos que afectan la sociedad obviamente tienen efectos directos e indirectos sobre su funcionamiento. Debido a las características específicas de la carrera diplomática, estos “servidores de Estado” permanentemente se encuentran imbricados por distintos niveles de politización. Existen al menos tres elementos donde se puede plasmar esta afirmación: las relaciones estrechas con el poder político que implica esta profesión, los intereses de los propios diplomáticos en la política y el papel de los “embajadores políticos”. El propósito de este trabajo es analizar los estrechos vínculos entre el cuerpo diplomático argentino y la política y cómo esta “hibridación” en últimos años se ha tensionado. Para ello, analizamos fuentes primarias y secundarias, fundamentalmente entrevistas en profundidad y notas periodísticas.