En los primeros años de la democracia, un episodio represivo de la más reciente dictadura cívico-militar (1976-1983) cobró particular notoriedad pública: el episodio conocido como “La noche de los lápices”. Su citación en las páginas del Nunca Más, entre los casos paradigmáticos del Juicio a las Juntas, y la posterior producción de un libro y de una película que llevaban ese mismo título, hicieron de ese un episodio emblemático en la memoria de la dictadura. En ese momento, Pablo Díaz fue considerado el único sobreviviente de los hechos, mientras las otras víctimas que no tuvieran la misma participación en tales iniciativas de recuperación del pasado fueron presentadas como “los ausentes”. A partir de 1996, ellos surgieron públicamente como “los otros sobrevivientes de La noche de los lápices”, agregando nuevos elementos al relato socialmente compartido, sobre todo en relación a su pasado de militancia. Al tornar públicas sus memorias, Gustavo Calotti, Emilce Moler y Alicia Carminatti demostraron que sus trayectorias son disimiles, así como los marcos a partir de los cuales recuperan sus experiencias en común. El objetivo de nuestra ponencia es analizar que significó ser un sobreviviente del episodio en cuestión para cada uno de los individuos; las relaciones establecidas entre sus memorias personales y la narrativa consolidada en torno de su secuestro y desaparición; así como el desafío de recuperar a un sobreviviente que nunca habló, y que consecuentemente todavía no reapareció: Patricia Miranda.