A partir del análisis de relatos de jóvenes futbolistas argentinos que recabamos en etnografías realizadas en clubes de fútbol profesionales durante 2015 y 2016, proponemos observar las transformaciones que se produjeron en las últimas tres décadas en las representaciones que los propios futbolistas tienen sobre su práctica. El disparador del presente texto para observar dichas transformaciones es un artículo de Eduardo Archetti de 1998 donde analiza dos espacios constitutivos de la narrativa futbolera, el “potrero” y el “baldío”, más la figura de “el pibe” como imágenes dominantes de la nacionalidad en Argentina. Lo que proponemos es que dichas imágenes ya no aparecen como centrales en los relatos de los futbolistas sobre sus trayectorias, y que actualmente los territorios esenciales de formación son los “clubes de barrio” y las “escuelitas” de fútbol. Esto tiene correlación con una transformación en las representaciones asociadas al jugador argentino: los testimonios exponen que ya no se identifican predominantemente con los atributos del “pibe” que observó Archetti y encarnaron Maradona o Peucelle (irreverencia, creatividad, locura) sino que hoy las “promesas” son jóvenes que antes que nada se “sacrifican” y son “humildes”, es decir, que desde su infancia se identifican con la imagen de profesionales disciplinados .