Las reflexiones que quiero compartir en esta oportunidad se desprenden del proceso de un proyecto etnográfico iniciado en el año 2015, orientado a la obtención del título de grado de la carrera de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba. La hipótesis que lo orienta propone que la existencia de un mundo de arte ligado a la producción, distribución y consumo de música electrónica en la ciudad de Córdoba constituye una oportunidad privilegiada para que ciertas mujeres devengan artistas, exhiban su arte y se reproduzcan económicamente. Tomando como eje de análisis la práctica artística del deejing[1], y considerándola cómo performance, me pregunto ¿Cómo se hace una DJ? ¿Cómo se produce y reproduce una manera de hacer género, una forma de crear y recrear feminidades, masculinidades y deseos eróticos, a partir de una práctica artística contemporánea? [1] La práctica del deejing consiste principalmente en crear un continuum sonoro bailable – set - a partir de la unión y combinación de pistas musicales – tracks - , y la manipulación de las propiedades sonoras de las mismas. Quienes realizan esta práctica, ya sea como hobbie o como profesión, son llamados DJs (deejays).