El trabajo que aquí se expone, es producto de reflexiones sostenidas entre docentes y estudiantes de la cátedra de Sociología de la Educación del Instituto Provincial de Educación Superior “Paulo Freire”, de la ciudad de Río Grande, Tierra del Fuego, a propósito de las experiencias vividas por éstos, en su transitar por la Práctica Docente (Residencia). Desde algún tiempo hasta acá, a ocurrido una profundización respecto al reconocimiento de la diversidad en las aulas de las escuelas del país, como proceso de legitimación social del derecho a ser reconocido en tanto subjetividad. Esta posición, sin embargo, siempre supone un destinatario de la reflexión, un otro “estudiante”. ¿Qué pasa entonces cuando el otro es el docente? Cuando la diversidad en el aula implica un cuerpo docente intervenido, transformado, no acomodado al “deber ser” de la postura docente. El docente, en tanto subjetividad, en tanto cuerpo profundamente moralizado a lo largo de la historia de los sistemas educativos, se supone espejo de una ética y estética cargada de imaginarios. ¿Podemos pensar otros cuerpos docentes? ¿Qué pasa en un aula cuando el docente es otro cuerpo, no disciplinado?