Ángela Loij murió en 1974. Tenía setenta años y era la última persona en el planeta nacida y criada en una tribu selk´nam. Su muerte signó la desaparición de esta cultura milenaria -de la Isla Grande de Tierra del Fuego-, planeada y llevada a cabo en menos de cien años. El desarrollo de los Estados americanos estuvo influenciado por la lógica europea. En la visión del mundo occidental, la civilización junto con todos sus desarrollos técnicos fue comprendida en oposición al mundo de las comunidades salvajes, primitivas y bárbaras. Lo que sucedió con los selk´nam fue producto de una práctica social genocida llevada a cabo por el Estado argentino, el chileno, y estancieros privados. Entendiendo por práctica social genocida a una tecnología de poder cuyo objetivo es la destrucción de relaciones sociales de autonomía y cooperación y de la identidad de una sociedad por medio del aniquilamiento de una fracción relevante de dicha sociedad. Este caso es de especial interés por dos motivos: el aniquilamiento fue total, y sus perpetradores pertenecieron tanto al ámbito público como al privado. La desaparición de los selk´nam obedeció a una doble motivación de expansión económica: la de dos Estados y la de hacendados agrícolas.