A partir de un análisis micropolítico del cambio de identidad de las personas trans al interior de la familia, se evidencia cómo la experiencia que el cuerpo atraviesa se impone para resistir las imposiciones coercitivas del saber heteronormativo, y posibilita la apertura hacia saberes disidentes que permitan la enunciación del género autopercibido. La transformación del cuerpo esta atravesado por saberes sedimentados sobre el género, el sexo y la sexualidad, que tienen una historia y remiten a un pasado de lucha por imponer cambios o permanencias en el régimen politico del sistema sexo-género. Refieren al saber heteronormativo, que goza de gran legitimidad y, por ende, mayor poder de imponer sus condiciones de enunciación; y a otros saberes disidentes que pugnan históricamente por revertir las condiciones actuales del régimen de enunciación/visibilización del sistema sexo-género y sus efectos sobre la constitución de las cuerpos generizados. La heteronormatividad se erige como tecnología de género que estructura, orienta y regula las identidades, y excluye las disidentes hacia un campo abyecto (pero que se instituye en su exterior constitutivo). Los saberes disidentes generan las condiciones de posibilidad (y habitabilidad) para que aquéllos cuerpos que no se adaptan a la heteronorma se expresen y recobren su autonomía.