En este trabajo, nos proponemos estudiar el semanario Caras y Caretas en el período 1898-1912. A partir de este análisis, buscamos aproximarnos a algunos rasgos que definieron el imaginario social en torno a la política argentina. Una de las características más distintivas del llamado Orden Conservador está constituida por la imagen de las maquinarias electorales, entendidas como estructuras fuertes puestas al servicio de gobiernos que efectuaban elecciones. Por aquellos años, la participación política de los habitantes parecía limitarse a formar parte de las redes clientelares, aspecto fundamental de la vieja política criolla, sobre todo al momento de dirimir elecciones. Sin embargo, creemos que es posible preguntarse sobre el impacto de esas maquinarias electorales en los accionares individuales. Surge, entonces, la inquietud respecto de la capacidad de acción de los electores ante estructuras políticas tan consolidadas. El estudio de publicaciones de época puede constituir una forma de penetrar en esos accionares. Con este propósito nos adentramos en el examen de la revista en el período antes indicado. Pretendemos reflexionar acerca de las lógicas políticas que se construían desde altas esferas del poder pero que eran retroalimentadas por otros sectores de la sociedad. Privilegiamos una mirada política que de cuenta de la existencia de estrategias por parte de los electores. Para ello, partimos de considerar tres subgrupos de fuentes dentro del gran corpus documental que constituye la revista: las caricaturas, las notas periodísticas y los relatos ficcionales. A lo largo de esta indagación una tensión se hace evidente: nos preguntamos si las proyecciones dadas por el semanario se presentan como el reflejo de una realidad o si, por el contrario, son una forma de construir realidad y contribuir a la formación de un determinado imaginario social en torno a la política. El sistema político se encontraba, según Caras y Caretas, corrompido y alimentado por los habitantes argentinos quienes al votar –o formar parte de la farsa electoral- sostenían una vida política venal. Esa realidad podía ser modificada y en este sentido, la revista si bien cuestionó la utilización de elementos electorales por parte de las maquinarias, dio cuenta de las estrategias ya utilizadas o que podrían emplearse por un número cada vez mayor de personas. En el cambio de siglo, la ampliación del juego político era un fenómeno en ascenso y múltiples accionares se conformaban desde los grupos subalternos en busca de mejorar su posicionamiento político.