Las publicaciones periódicas son espacios articuladores de discursos, en torno a cuyas ideas el editor y los colaboradores crean vínculos y solidaridades. Al interior del campo intelectual queda establecido un nosotros y un ellos, pues el escenario –ético o estético, teórico o político- de la publicación marca, también, la toma de distancia, a menudo polémica, respecto de otras posiciones incluidas en el terreno histórico-social-político. Para captar el significado del grupo, protagonista del cambio que propone la revista, interesan las condiciones que permitieron su aparición, los nexos ente artículos, notas y comentarios y la repercusión que la actividad del grupo produjo en la sensibilidad de sus miembros y en nuevas formas de conciencia social. El crítico literario uruguayo Emir Rodríguez Monegal (1921, Uruguay – 1985, Estados Unidos) dirigió entre 1966 y 1968, desde París, la Revista Mundo Nuevo. La concibió como un proyecto de inserción cultural latinoamericana, un espacio cosmopolita donde la circulación de diferentes ideas y puntos de vista facilitaría el cruce dialógico y convergente de voces heterogéneas en la adhesión apasionada y crítica de nuevas formas culturales, para identificar la responsabilidad de América Latina en ese mundo nuevo que estaba desarrollándose. No obstante la bibliografía existente sobre el alcance de esta revista como formato para la intervención cultural o definidor de contornos literarios e ideológicos, sobre la polémica epistolar entre Roberto Fernández Retamar, Angel Rama y Rodríguez Monegal por su fundación, o en la interrelación de circunstancias históricas que contextualizaron su surgimiento (la guerra fría y las discusiones ideológicas de las izquierdas en América Latina durante los ’60); nuestra propuesta, en cambio, apunta al estudio de Mundo Nuevo en su Primera Época (1966-1968), desde la perspectiva editorialista de Rodríguez Monegal y la interacción de la historia y las ideas entre Europa, Estados Unidos y América Latina durante ese período. La práctica de su escritura, concebida como militancia radical y oxigenadora de la creación literaria e inscripta en la continuidad histórica que discierne los orígenes fundadores y su reformulación y actualización, permite entender la tensión del diálogo que Mundo Nuevo mantuvo con diferentes revistas y que explica su recepción no exenta de contradicciones en América Latina.