El presente trabajo apunta a poner en relación algunas mediaciones que llevan a cabo las publicaciones periódicas, tanto entre los contenidos difundidos como el impacto que pueden tener sobre el público lector. La crítica literaria ha reconocido el valor de estas publicaciones y la mayor o menor injerencia que han tenido en el desarrollo de la institución literaria. Pero junto a estos problemas de orden cuasi-formal coexisten otros de naturaleza conceptual y teórica que bien vale la pena indagar. Podemos poner como ejemplo las tensiones entre los centros de difusión de enunciados cargados de prestigio y otros alejados, marginales a dichos centros. Asimismo la dinámica que estas publicaciones alcanzan resulta interesante para la indagación de las diferencias y el diseño necesario de nuevos mapas tanto de significados como de individuos. Estas operaciones conllevan a la creación de nuevos espacios, la imaginación de diferencias que individualizan el quehacer cultural. Lo dicho hasta aquí tiene como objeto fijarse en un publicación de la Provincia de Jujuy (Argentina) llamada Tarja (1955-1961), bajo la dirección de los escritores Mario Busignani, Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo, Néstor Groppa y el artista plástico Medardo Pantoja. Tarja se centró en “la denuncia social y al protagonismo de los sectores relegados: indios, mineros, peones, changadores, zafreros, niños y mujeres condenados a duros trabajos, cosecheros, gauchos, hachadores, mecánicos, cazadores, pastores, seres que experimentan la “mordedura del hambre”, entre otros personajes de los ámbitos rurales, urbanos y de esa zona ambigua que se define como orilla”, al decir de Alicia Podertti. De manera que una revista de contenido poético sumaba la denuncia social, asumiendo la marginalidad respecto de los grandes centros en una propuesta singular y novedosa.