Diversas manifestaciones artísticas del mundo antiguo transmiten información sobre los procesos de tránsito hacia la adultez que protagonizan los y las jóvenes. Con respecto a la maduración de las niñas en la Antigüedad griega, es importante considerar que si bien es la maternidad la que marca una ruptura en la vida femenina (Frontisi-Ducroux & Lissarrague, 2001:57), también podría afirmarse que la iniciación sexual de la mujer implica una transición de relevancia; así lo sugiere la existencia de diferentes términos que la vinculan al estadio anterior (como parthénos) y a la instancia previa o propia de la desfloración (como nymphé); a estas diferentes denominaciones también se puede añadir la de gyné, que señala a la esposa que tenía hijos. De todos modos, el asunto no es tan simple pues, como ha mostrado Sissa (1987:97), no es posible establecer unívocamente el abandono de la condición de parthénos en el acto de la iniciación sexual, lo que además mostraría una lectura con una peligrosa influencia de la concepción cristiana de la virginidad. No obstante, también pareciera ser posible sostener una tendencia en este sentido, al menos en los sectores más acomodados de Atenas. Nuestro propósito será rastrear en testimonios trágicos e iconográficos los mecanismos por los cuales se pone de manifiesto este proceso, pues el tránsito de la parthénos a la vida adulta es en general particularmente complejo: no sólo la semántica de los términos es difícil de dibujar; tampoco es sencilla de circunscribir la sexualidad de la parthénos. Y aún menos evidente resulta delimitar la violencia, pues se presenta naturalizada, aunque se trata de un componente siempre presente en las escenas de vírgenes ante un inminente proceso de desfloración. En este sentido, por ejemplo, la imagen central del epínetron de Eretria, con una escena de entrega de la novia al esposo, ilustra el gesto femenino de la aceptación, mediante la anakalypteria, pero al mismo tiempo el del rechazo, pues la escena en su conjunto transmite el sentimiento del horror mediante los gestos de brazos extendidos y palmas abiertas, habitual en la representación del cuerpo virginal amenazado, como el de Casandra en la hidria del Pintor de Kleofrades, que expresa de manera codificada el miedo y, al mismo tiempo, constituye gráficamente una prefiguración de la abertura del cuerpo por parte del violador (Frontisi-Ducroux & Lissarrague, 2001:61). La distancia que separa esta escena de Casandra de la del epínetron, enmarcada en un rito nupcial, abre la posibilidad en esta última de jugar con sugerencias contrapuestas. Integrar la violencia como eje de los procesos de tránsito hacia la adultez de las parthénoi en el género trágico, y confrontarla con fuentes iconográficas, entonces, permitirá observar un cuadro más amplio e integrador del proceso de maduración femenino.