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“Te diré que no es un paraíso pero marcha a pasos agigantados…”. Relatos de viajeros argentinos de izquierda sobre la Unión Soviética
Neme Tauil y Ricardo Martín.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.
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Resumen
La Revolución Rusa de 1917 fue un hito en la historia mundial. La inmensa originalidad de este acontecimiento no tardó en generar ríos de tinta por todo el planeta. Para ese momento la Argentina ya gozaba de una tasa de alfabetización relativamente alta y los diarios y revistas se disputaban en el mercado editorial no ya a las viejas elites letradas sino a los sectores medios y populares. Si bien para entonces la Ley Saénz Peña había otorgado un cierto lugar a estos sectores en la vida política nacional, nada había borrado de la memoria las medidas represivas del estado hacia la clase obrera, ni mucho menos las había eliminado de la agenda. El mundo intelectual de esa época nunca dejó de plasmar los profundos cambios y los terribles malestares que vivía la sociedad argentina en acelerada modernización, y para muchos la revolución devino fundamento de acción. En la Argentina, así como sucedía en buena parte del planeta, en las décadas de 1920 y 1930 circularon gran cantidad de imágenes de la vida soviética. En este torbellino de piezas fragmentarias diversos argentinos de izquierda, cuyas extracciones sociales en muchos casos eran notablemente menos acomodadas que las de los viajeros que los precedieron, estuvieron en la Unión Soviética y difundieron sus relatos al regresar al país. En ellos hallamos la descripción en muchos aspectos de un mundo de características utópicas, contado en primera persona, y junto a él un programa político implícito. Sobre todo, aunque no exclusivamente, enfocado en los años previos al férreo establecimiento de la ortodoxia del Partido Comunista dentro y luego fuera de la URSS, es decir durante las décadas de 1920 y 1930, lo que me propongo aquí es analizar en qué modos esos relatos de viaje son parte de un conjunto mayor de ciertas representaciones colectivas de la cultura de izquierda en la Argentina y cuánto contribuyeron a hacer funcionar el mito revolucionario, un mito que operó para dejar el retrato de una sociedad sin pobres, donde obreros y artistas ocupaban un lugar diferente de aquél que el capitalismo les asignó, donde por fin la propiedad privada estaba perimida y donde las restricciones sexuales o la hipocresía no eran más trabas para el pleno desarrollo del hombre.
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