En este trabajo se aborda los inicios del tango en la Argentina, en su etapa de género musical oculto y marginado. Así, partiendo de sus orígenes, podemos ver que más que un supuesto híbrido de canciones y danzas populares de fines del siglo XIX (habanera, zarzuela, milonga, etc.), nos encontramos con una expresión cultural propia de la orilla de la ciudad porteña. Esa zona portuaria alejada de los grandes salones capitalinos que se denominaba arrabal y que estaba habitada principalmente por inmigrantes, soldados veteranos, rufianes y prostitutas. Y fue justamente allí donde el tango inicial nació y se desarrolló, para luego expandir su arte popular y contestatario por otras ciudades del país y del mundo. Sus primeras letras y temas estaban además relacionadas con ese lenguaje propio del arrabal, amasado en ese choque cultural entre porteños y extranjeros: el lunfardo. Por medio de esta pose lingüística tan particular y de unos pasos de baile provocativos y hasta lascivos, haría su entrada en los lugares de alta concurrencia masculina, en principal los prostíbulos. Así, en esas “empresas” de diversión – que eran también llamadas queco ó quilombo – que crecieron ampliamente en la Argentina a finales del s. XIX serán donde el tango se exprese plenamente y termine describiendo en sus letras y melodías iniciales la vida y la cultura prostibularias. De esta manera, nos proponemos analizar y reconstruir los orígenes del tango – en su época de arrabalero – y su expansión lenta pero profunda en los sectores altos y medios de la sociedad local alrededor de 1910. Como así también, estudiar la visión de la mujer fácil en las orillas de la ciudad y su íntima relación con las primeras letras del mismo. Entonces, podremos observar que el rol del sexo femenino en los prostíbulos fue una constante en los primeros pasos del tango, ya que esas mujeres enajenadas, vendidas por unos pocos centavos fueron las primeras y más grandes musas inspiradoras de este estilo musical.