Este trabajo se propone describir y analizar diferentes estrategias cotidianas desplegadas por jóvenes adolescentes de un barrio ubicado al sur del conurbano bonaerense para hacer frente a distintas situaciones referenciadas por ellos como problemáticas. Las prácticas que las componen tienen un común denominador: el uso de la palabra. La palabra es un recurso dúctil para medirse con muy distintos actores. En un contexto de despojo las palabras cobran una dimensión extra y se convierten en el insumo principal para intentar resolver o relajar conflictos potenciales con los actores del barrio y fuera del barrio. Para abordar esta dimensión nos preguntaremos: ¿Cómo utilizan los jóvenes la palabra a la hora de relacionarse con los adultos mayores? ¿Cómo la utilizan entre sus pares y los otros colectivos juveniles? ¿Cómo la usan frente a la policía y la gendarmería? ¿Cómo la emplean en la escuela, ante un desconocido, dentro o fuera del barrio? Nos interesa pensar la “cultura del bardo” hecha de “berretines” y “chamuyos”; “viseras y ropa deportiva”; explorar la sobrefabulación de lo que aquí llamaremos “el pibe chorro hiperreal”, esto es la sobreactuación de los roles, actitudes y valores que se les atribuyeron de antemano. Explorar los procesos de contraestigmatización que, al tiempo que certifican las etiquetas que aquellos otros actores compusieron para ellos, los autosobreestigmatiza, generando nuevos malentendidos en el barrio y reproduciendo condiciones subjetivas (mal humor social, desconfianza, bronca, temor) que están otra vez en el origen de otras conflictividades sociales.