La menstruación aconteció en los cuerpos y las vidas de las mujeres a lo largo de la historia, como un suceso misterioso y tabú, que otorgaba cualidades de debilidad o impureza y debía ser ocultada. Fue utilizada como justificativo para la desigualdad, para negar derechos sociales y económicos. Los métodos de gestión menstrual presentaron muy pocos cambios hasta el siglo XX: consistieron en no utilizar nada o utilizar paños del material más accesible en esa época. El proceso de evolución se da cuando los cambios ocasionados por la Revolución Industrial en el entramado social y urbano, demandan nuevos parámetros de asepsia e higiene. Esta búsqueda se vio reforzada y alentada por un concepto de racionalización del trabajo doméstico (con un traspaso de conceptos productivos al interior del hogar) a los que el mismo mercado supo capitalizar, sirviéndose de mitos y exigencias que acompañaron a la menstruación para crear una industria de productos descartables que perfiló a la mujer occidental moderna. ¿Pero que tuvo más peso para motorizar este cambio: los avances en la tecnología y la búsqueda de mejoras en la calidad de vida; o los cambios en el tejido social y la búsqueda por la liberación de la mujer?