En los últimos años la gestión del fútbol ha dejado de ser local. Oligarcas rusos, jeques árabes, multimillonarios chinos y fondos de inversión estadounidenses presionan por la obtención de ganancias y configuran un ecosistema que une al deporte con los sectores digital y del entretenimiento. El COVID-19 ha acelerado la crisis económica de los clubes y profundizado tendencias previamente existentes. En este marco, dos iniciativas amenazan los cimientos institucionales y organizativos del fútbol: la proliferación de los clubes franquicia (donde destaca el City Football Group, con el Manchester City inglés a la cabeza) y la pretensión de las instituciones más poderosas de Europa de crear formatos cerrados de competencias. A pesar de la exclusión de los espectadores de los estadios desde el origen de la pandemia, la resistencia de hinchas, socios y simpatizantes constituye la herramienta clave contra el avance de una mayor elitización del fútbol.