Las condiciones de desigualdad de género han marcado el desarrollo de la práctica del deporte desde sus inicios. Este, como productor y reproductor de privilegios y desigualdades, se vincula con el género mediante la construcción de prejuicios, estereotipos y representaciones. El tenis ha sido practicado por las clases altas desde finales del siglo XIX hasta un creciente proceso de popularización desde mediados del siglo XX. En una coyuntura argentina e internacional de visibilización de reclamos de derechos civiles para mujeres y el colectivo LGBTQ+, y de inserción de deportistas trans en la competencia nacional, resulta interesante indagar en los sentidos vinculados a la discriminación y a las desigualdades de género. En la búsqueda de problematizar sentidos, representaciones y sus manifestaciones en el deporte, se realizaron entrevistas y actividades con jóvenxs jugadorxs del Darling Tennis Club, ubicado al sur de la Ciudad de Buenos Aires y caracterizado históricamente por una composición socioeconómica de sus miembros más heterogénea que el resto de los clubes porteños. El caso de Mia Fedra, tenista trans representante del club en competencias oficiales, interpela de manera directa a sus miembros y sirve como disparador para explorar aquellos sentidos construidos.