La pandemia de Covid-19 cristalizó múltiples dedigualdades pero también develó el sentido generalizado de la vulnerabilidad social. Desde esta perspectiva, se impone reactivar nuevas direcciones para la política social (movimientos sociales/economía social y solidaria), al tiempo que reformular aquellos desafíos persistentes, en torno a las transformaciones acaecidas en el mundo del trabajo. Instancia que, en el marco de la globalización y el neoliberaismo, hacen menguar la capacidad del mercado formal para incorporar a la población económicamente activa (PEA). En este sentido, la economía popular y social ya no se instituye como un pasaje ni como una medida remedial sino como un núcleo integro de acción que el Estado debe retomar, potenciar y fortalecer a fin de lograr una sociedad más justa e igualitaria.