En las últimas décadas la producción agropecuaria ha sufrido una serie de transformaciones significativas a partir de la implantación del modelo de agronegocios y de la adopción masiva del paquete agrobiotecnológico. Consecuentemente, asistimos a una transformación territorial, vinculada a la sojización compulsiva y al desplazamiento de la ganadería hacia zonas extrapampeanas. Particularmente, la provincia de Córdoba ha presentado altas tasas de desmonte producto del corrimiento de la frontera agropecuaria. Por otro lado, vinculado al modelo veneno-dependiente, se sufren las consecuencias del socavamiento a la salud ambiental y ecosistémica por el modelo agrobiotecnológico. Dialécticamente, en estos territorios se ha suscitado una creciente conflictividad ambiental. En una genealogía que involucra desde las luchas contra las fumigaciones hasta en el freno a la actualización regresiva de la ley de bosques, la conflictividad socioambiental se ha constituido como la barrera de constricción más significativa al desarrollo agrario. De manera reaccionaria, se devela un complejo de poder desarrollista agropecuario que territorializa un ambientalismo desde arriba, como respuesta a los cuestionamientos y resistencias sociales. Proponemos entonces, en el marco de una nueva cuestión agraria, un marco analítico agroambiental para analizar estos procesos de conflictividad, enfocando principalmente en las estrategias y dispositivos de control social.