El artículo se sitúa en una serie de conflictos por la posesión de territorios que se dio entre campesinxs organizadxs en el Movimiento Campesino de Santiago del Estero –Vía Campesina (Mocase-VC) y empresarios, en el Santiago Juarista de fines de los noventa, para realizar un análisis detallado sobre la producción de la dimensión simbólica. Utilizando los aportes teóricos de Enrique Marí, se presta atención a como los actores no solo apelan a estrategias de fuerza, o a discursos formales y legales de legitimación de su acción, sino a toda una serie de imaginarios y símbolos que se se imbrican con las creencias profundas, las emociones, y cosmovisiones a partir de las cuales los sujetos significan el mundo y le dan un sentido a su vida. A su vez, se elige como material central de análisis un libro de memorias publicado por el movimiento para conflictos ocurridos en la zona de Pinto, debido a que tanto en los registros del conflicto, como en las marcas simbólicas que dejarían en la memoria colectiva de la organización, el rol de las mujeres campesinas en esa comunidad toma un relieve particularmente protagónico. También se recurren a textos periodísticos, imágenes y canciones que permiten reconstruir un complejo imaginario social