En Argentina a mediados de la década de 1990 hay un importante avance de la agricultura, tanto en extensión como en productividad, con respecto de otras actividades tradicionales del mundo rural. El desplazamiento de 5 millones de hectáreas de la ganadería a la agricultura se explica por el incremento de la productividad en los cultivos oleaginosos. Por su parte, las existencias ganaderas y la hacienda enviada a faena en los últimos treinta años reflejan un estancamiento del sector. Este trabajo pretende analizar la relación entre esta homogeneización productiva y la degradación nutricional de la dieta porque estas transformaciones van más allá del mundo rural. Con las políticas neoliberales de la década de 1990 se inicia un proceso donde las kilocalorías producidas se multiplican pero su calidad nutricional se deteriora. La fuerte presencia de la carne vacuna en la dieta argentina es un indicador clave para medir su calidad nutricional y las desigualdades sociales. Es un contexto político y macroeconómico donde las nuevas formas de hambre, que combinan la carencia con el exceso, promueven la exclusión social también desde la dieta. La propuesta es explorar el vínculo entre hambre y agronegocio a partir del consumo de carne vacuna.