La Comunicación, en las últimas décadas, ha provocado el interés en muchos sectores del saber por su importancia social, lo cual ha derivado en una multiplicidad de acepciones, conceptos, clasificaciones y teorías tan disímiles como, a veces, inconciliables. Esta dispersión teórica complejiza el trabajo de docentes y estudiantes que se acercan a las teorías comunicacionales para estudiarlas y/o para armar cuadros teóricos particulares para la investigación en el pregrado. En medio de este laberinto, que multiplica las confusiones y extravíos que expresan los estudiantes al armar marcos teóricos para sus tesis en la carrera de Comunicación de la UMSS, esta el pedido enfático, de tantos comunicólogos latinoamericanos, para que toda investigación se realice desde una perspectiva crítica, pero, observan que sus esfuerzos son vanos debido al “complejo colonizado” que se observa en las universidades las que se constituyeron según modelos teóricos foráneos. Así, las investigaciones en la universidad se estructuran a partir de teorías y enfoques extraños y producen resultados que imposibilitan entender y proponer cambios que permitan otras formas de ver la vida. Las teorías sociales y muchas de las particulares en comunicación, más allá del entendido de ser cuadros conceptuales que dan cuenta de “la realidad social” son “(…) una presentación del modelo histórico occidental tomado como universal” (Wallerstein, 1996:101).