Si bien básicamente la emoción es un fenómeno personal, pueden experimentarse también en cuanto comunidades emocionales específicas. La ponencia pretende describir su desarrollo, desde octubre de 2019 hasta hoy, en Santiago de Chile, en cuanto felicidad, miedo, ira y esperanza, atendiendo condicionantes contextuales sociopolíticas, culturales, económicas, y globales, en su recepción específica. Se piensa aquí que la velocidad de estos cambios y, al mismo tiempo, la permanencia corporal relativamente estable de las emociones mencionadas como soportes de equilibrios societales amplios, abren posibilidades de generar modificaciones políticas estructurales que, estimuladas por élites diversas, pueden producir círculos emocionales viciosos y/o virtuosos y, por ello, acentuar una instrumentalizada vivencia que, en momentos de urgencia, dificulte más de lo debido el tránsito a emociones corporales que incurran en su desarrollo en menores economías de dolor, impidiendo la construcción de comienzos autónomos, elemento central para enfrentar contextos cambiantes e inciertos, como los hoy planteados por el C-19.