La pandemia ha sido interpretada por algunos de los voceros del FMI como un súper choque exógeno. Esa cosmología sobre el origen del ciclo económico se remonta a sociedades pre-industriales, cuya persistencia en la actualidad implica exculpar al orden económico contemporáneo neoliberal en cuanto a sus efectos en los demás órdenes constituyentes de lo social, como el político, lo ambiental, y el doméstico, manteniéndose la continuidad del circuito de la mercancía y de la deuda privada-pública, cuyo principal resultado social ha sido el acto sacrificial de segmentos de la población. De ahí la relevancia de las posturas que promueven la desmercantilización, la transición energética y el desendeudamento, ya que al mismo tiempo que resultan antagónicas a la repetición del escenario que el poder configura en cada crisis, denotan la creación de una historia no sacrificial que articula de manera distinta al mercado, al Estado, las instituciones, y los agentes.