El propósito de esta ponencia es mostrar cómo las reflexiones de Simmel sobre la vergüenza (2001; 2014; 2018), y en general su sociología relacional sobre las emociones, puede rescatarse a partir de una lectura en clave de la agenda feminista. Me interesa mostrar cómo Simmel nos permite pensar en la vergüenza como forma de segundo orden. Es decir, como un enlace afectivo que permite la perduración de ciertos vínculos en nuestra memoria. Sin embargo, como me interesa señalar, este tipo de memoria no es solamente ideacional sino también corporal. La vergüenza es una marca afectiva que se imprime en los cuerpos (Sabido, 2019). Así mismo, la vergüenza es una emoción clave para el análisis y la crítica feminista (Young, 2005; Ahmed, 2014; Lamas, 2017 Tarzibachi, 2017), no solo porque a partir de la vergüenza se reproducen binarios hegemónicos de género y heteronormas, sino también porque a través de la resignificación de la vergüenza es posible articular proyectos que demandan visibilización y justicia (Shefer, & Munt; 2019). Para mostrar lo anterior analizo los resultados de un instrumento que apliqué en marzo del 2021 intitulado Encuesta virtual sobre la experiencia de la menstruación en el contexto de la pandemia ocasionada por el Covid-19 así como un seguimiento hemerográfico que permite pensar en cómo la des-vergüenza (Simmel, 2001) en torno a la menstruación, se ha convertido en un tema político desde diversos colectivos feministas en México.