Desde los años ´80 del siglo pasado, la historiografía académica dominante en nuestro país ha venido impulsando la supresión de la clase obrera como sujeto social en la historia argentina y su reemplazo por los sectores populares vaciando de especificidad histórica a las relaciones sociales del capitalismo argentino. En el presente texto, intentaremos reconstruir las condiciones historiográficas que han hecho posible dicha postura. La dictadura militar que empezó en 1976, llevó a cabo una destrucción de la fuerza política de la clase obrera que permitió al capital multiplicar su explotación mediante una feroz caída del salario de la fuerza de trabajo. Nuestra hipótesis es que esta capa de intelectuales desarrolló esta postura ante la necesidad ideológica de la burguesía más concentrada en Argentina de reconstruir sobre la ruina de los trabajadores argentinos, la hegemonía a través de la apertura democrática. De tal suerte, necesitaba que sus intelectuales borraran del mapa de la conciencia de las masas las luchas de los obreros y los límites que la democracia burguesa había mostrado desde sus orígenes, con los primeros gobiernos radicales.