Definiendo su propia obra, Adorno, ha dicho que la misma es irreductible a un principio unificador. Sin embargo, dicha caracterización no hace mella en la coherencia de su pensamiento. Desde Actualidad de la filosofía, iniciático estudio de carácter programático, hasta Dialéctica Negativa o Teoría Estética, se percibe una constante preocupación: arraigar el pensamiento al mundo material, afrontando sin resquicio la indigencia de su tiempo, marcada tanto por Auschwitz como por el ascenso de la sociedad de masas, demostrando la falsedad inherente de ambas situaciones. El carácter tardío imputado a su teoría no debe ser confundido con pesimismo. Por el contrario, la desconfianza frente a todo lo establecido es la condición necesaria para desarrollar una perspectiva comprometida con la transformación de su presente. Si, como sostiene Adorno, el pensamiento no se reduce a mera reconstrucción de lo establecido, lleva consigo siempre un momento transformador. Será precisamente en los meandros de este tópico en el cual se pretenderá inscribir la presente ponencia. Para ello se llevará adelante una lectura de la obra de Adorno, subrayando el modo en que éste hace jugar a los máximos representantes del idealismo alemán buscando socavar la noción de totalidad que impera en sus teorías. Con tal finalidad se hará una lectura que interprete a Kant desde Hegel, dando cuenta del carácter reificado del método trascendental y a Hegel desde Kant, erigiendo a la esfera de lo inteligible como aquella que demuestra la imposibilidad de asir la realidad por la fuerza del concepto. Esta estrategia buscará apoderarse del punto ciego que surge en la mutua confrontación de sus teorías y que permitirá vislumbrar aquel espacio que, aunque mínimo y quebradizo, Adorno deja abierto para la posibilidad de la modificación de lo existente.