En la actualidad América Latina, y la Argentina en particular, atraviesan una coyuntura mundial muy ventajosa en términos de competitividad de sus exportaciones y dinamización de los mercados internos, lo cual ha producido una mejora considerable en los indicadores de desarrollo. Asimismo se evidencia una reconfiguración en la relación entre lo político, lo económico y lo social que estimula la elaboración de nuevas perspectivas de investigación acerca de cuáles son las fuentes genuinas del desarrollo. Para crear las bases de un proceso de desarrollo inclusivo y sustentable es necesario incorporar conocimientos a la actividad productiva e, incluso, al accionar estatal pues la competitividad es un fenómeno sistémico que implica el funcionamiento idóneo de todos los actores involucrados. En este sentido, el papel de la política pública no es marginal ya que la competitividad emerge hoy como un asunto político. La innovación desempeña un papel central a la hora de desarrollar ventajas competitivas ya que el mejoramiento y el incremento de la calidad implican, de una manera u otra, la incorporación permanente de los conocimientos y tecnologías necesarios para aventajar a los competidores en determinados sectores de la economía mundial. Dado que la innovación y la competitividad aparecen como fenómenos complejos y difícil de encuadrar, será necesario, pues, elaborar un enfoque holístico en el que confluyan aportes de diversas disciplinas con el fin de caracterizar con certeza sus impactos y funcionamiento. El vínculo entre innovación, competitividad y progreso social será, entonces, del máximo interés para nuestro análisis; en efecto, nuestro objetivo será el de caracterizar la interdependencia entre la inversión en CyT, los procesos de innovación social y productiva, la creación y mantenimiento de ventajas competitivas, el incremento de la productividad en sectores estratégicos y la sustentabilidad del desarrollo económico con sus implicancias en la calidad de vida de las poblaciones.