Este trabajo parte de un interés estrechamente ligado a profundizar el conocimiento acerca de las prácticas educativas que se desarrollan en el marco de la experiencia educativa desarrollada por una organización social y los modos en que ésta pretende constituir subjetividades críticas o “rebeldes” con capacidad de interpelar “el orden dado” . En este sentido, cabe mencionar que los crecientes estudios sobre movimientos sociales y sus prácticas educativas permiten reconocer a éstos como sujetos colectivos con capacidad de producir experiencias pedagógicas innovadoras que, a partir de generar otras formas escolares, pretenden propiciar la conformación de subjetividades críticas para la transformación social. Pero ¿Cómo se construye esa subjetividad? ¿Es a través de los mismos dispositivos utilizados por la escuela común? ¿Existen otros dispositivos que funcionan a tal fin? ¿Es la escuela del movimiento la que ha de lograr esa “promesa de formar al nuevo hombre”? ¿Cómo se supone esa transformación social: como en un horizonte “a futuro” y/o en la vida cotidiana de la organización? ¿Qué tipo de ciudadanía se construye desde la vida cotidiana en esta escuela? ¿Qué discusiones presenta esta experiencia a la escuela pública estatal? ¿Qué rol tiene la comunidad en esta experiencia? Este escrito es un ejercicio que, desde una perspectiva crítica, pretende abrir nuevos interrogantes para complejizar la mirada y profundizar el análisis de un caso.