Reflexionar acerca del proceso de construcción de identificaciones implica considerar la vinculación problemática entre la cultura y la política. Por ello, partimos del denominado Conflicto del Campo de 2008, a fin de rastrear indicios que nos permitan reconstruir las matrices culturales que hacen posible la intervención en el espacio público de procesos de identificación. Precisamente, retomaremos algunos de los desarrollos que hemos realizado hasta el momento en un proyecto de investigación en curso , para dar cuenta del papel del registro imaginario en el haz de discursos y prácticas que se imbrican para constituir matrices culturales. Es a partir de una escena política conflictiva, como la mencionada, que se visibilizan actores sociales y políticos, los cuales se inscriben en procesos de identificación específicos. Así pues, debemos entonces preguntarnos por las raíces culturales en las que hunden sus raíces los denominados chacareros. A partir de allí, consideramos que es en el trabajo, en tanto actividad productiva y transformadora, tanto de la naturaleza como del ser humano mismo, y en los saberes que implica y entrelaza, en donde se pueden detectar las huellas imaginarias de las matrices culturales que hacen posible el ser “chacarero”.