El miedo ocupa hoy un lugar de privilegio tanto en los medios masivos de comunicación como en los distintos niveles de lo que podríamos denominar el discurso y la agenda política nacional. El miedo, tal vez como pocas veces en nuestra historia, se encuentra instalado como tema central de la agenda tanto de políticos como de periodistas y, en general, de toda la sociedad. Desde Hobbes, sin olvidar aportes contemporáneos como los realizados por Freud, Esposito o Agamben, sabemos que el miedo es lo que anima la conformación de toda asociación política y, en este sentido, podríamos decir que toda comunidad es producto del miedo. Como sabemos, además, la distinción entre miedo y terror es ya clásica; hoy sabemos que el miedo debe ser dosificado para no desbordar al individuo, evitando que se convierta en terror, y poder así inducir políticamente sus reacciones. Sin embargo, conviene recordar también que la inseguridad representa, al menos desde la modernidad, el mayor desafío a cualquier poder soberano ya que la inseguridad de los ciudadanos es la causa que habilita la sublevación del pueblo contra el poder político. El objetivo de nuestro trabajo es abordar la relación entre miedo e inseguridad en el sentido de que mientras el miedo es aquello que anima la conformación de la comunidad política, la inseguridad es lo que habilita la disolución de la misma por medio del desorden civil.