El territorio del Chaco constituye en la actualidad un excepcional laboratorio de enfrentamientos sociales. El poder político que dispone del uso del aparato del estado provincial, ejercita constantemente estrategias de poder para encauzar conflictos que van desde la demanda de agua potable de los pueblos originarios, las luchas reivindicativas, hasta el rechazo a la instalación de una base militar. El gobierno apunta, en este escenario a la construcción de sujetos que respondan a los canales de participación legítimos, mientras que, por otra parte, los actores en lucha elaboran formas de protestas que ponen en cuestión los mecanismos de normalización social. En este sentido la paz social constituye todo una estrategia de poder en torno a la cual se busca disciplinar a los sujetos que se enfrentan al poder político. En los últimos años observamos que el arte de gobernar, vario desde la cooptación de dirigentes, la represión, la judicialización hasta la creación de la figura del mediador oficial. Todo un dispositivo de poder al servicio de los conflictos sociales. En forma concurrente; la maquinaria propagandística fuerza la constitución de sujetos pacíficos. Frente a este escenario de inestable ejercicio del poder, la subjetividad es puesta constantemente en disputa