En el devenir del curso vital se van construyendo sentidos en torno a la finitud humana. Las condiciones tanto materiales como afectivas, en las cuales advienen las muertes en las trayectorias biográficas van configurando modos de ser y hacer frente a la propia muerte. La profesionalización y la tecnificación del morir producen una suerte de reducción a un plano puramente individual de la muerte (Baudry, 1999). Más aún, si se considera que en la actualidad la probabilidad de morir a una edad avanzada es mayor surge la pregunta sobre el cómo y en qué condiciones se representa y afronta la muerte del otro(a). En efecto, esas muertes se conciben como prolegómenos de la propia muerte. El presente trabajo forma parte de mi investigación doctoral en curso desde 2009 y, cuyo contexto conceptual complementa aportes de la sociología de la vejez y de la muerte. La pregunta que se intentará responder es la siguiente: ¿Cuáles son y cómo significan las muertes de otros(as) las personas de mediana y cuarta edad? Para dar respuesta a este interrogante se analizaron 44 entrevistas biográficas que conformaron una muestra intencional integrada por varones y mujeres de dos cohortes: personas nacidas entre los años 1957-1972 y 1917-1932, todas ellas residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires y pertenecientes a distintos niveles económicos y sociales. Los resultados evidencian similitudes y diferencias sobre los modos de significar la muerte de progenitores, hijos(as), abuelos (as) y otros familiares y allegados en cada cohorte. Algunas de estas pérdidas constituyen puntos de inflexión de gran impacto en el curso de la vida.