¿Hasta dónde puede ser el hombre? Interrogante que antecede cada acción, inquietud que trasciende el tiempo y vuelve para recordarle al sujeto que aquello que puede quizás no. La pregunta se desplaza en la asunción del derecho constitutivo del hombre: el poder como lo entiende Spinoza. Reconocer los posibles implica tener que responder por ellos para justificar su existencia. Desde esta nueva posición y liberado del primer cuestionamiento aparece otro: el hombre puede, ¿Pero debe? En cada avance nuevos límites lo contienen, lo aplacan, queda envuelto y adormecido en un espacio en el que ha renunciado de su condición básica a cambio de estar seguro y cómodo. La ley es la ficción ideal; opera regulando potencias, silenciándolas, traza el camino adecuado por el que el hombre debe existir y ofrece una solución compleja: hay que conocer lo que se puede sin necesidad de pensar en ello. La ley está ahí, inaccesible detrás de un código críptico que puede conocerse sin involucrarse demasiado. La ley, para ser y cumplir su función debe ser inmaculada, quedar siempre a una distancia en la que pueda no revelar todos sus misterios. Este trabajo toma como punto de partida la advertencia kafkeana: el hombre está Ante la ley, ¿Podrá ingresar a ella? La propuesta es explorar los espacios de incomodidad enfrentando la des-esperanza descubriendo que lejos de de producir vértigo y temor, el hombre queda al amparo de su poder de acción.