En E. Durkheim puede hallarse, además de sus tradicionales s preocupaciones teóricas, una gran inquietud por los rumbos e la democracia. El problema de la democracia en Francia, es parte del malestar social que aborda como parte central de sus preocupaciones teóricas. En ese sentido, adquiere una actualidad decisiva, puesto que, como crítico de la noción liberal de democracia, avanza hacia una idea de democracia asociada a los conceptos de moral y de educación. Se aprecia una advertencia de los riesgos cívicos –y porque no, políticos- que suscitaba la creencia, tanto del Estado como de la propia sociedad, en que ya se percibieran realizados aquellos valores libertarios heredados de la revolución francesa. Una moral habitual, acrítica y rutinaria no se condice con su noción de democracia, que supone dinamismo y una necesidad de discutir y debatir todo aquello que la misma sociedad se proponga. En esa misma dirección se aprecia la dimensión de la noción de educación, que no solo puede ser vista desde una perspectiva de tipo “funcionalista” sino mas bien como una condición para que lo que deba discutirse, puede discutirse, así como también se produzca aquella otra dimensión de la democracia que también rescatara Habermas, esto es, que exista comunicación, noción desde la que puede comprenderse también su propuesta racionalista. Desde esta perspectiva, el conflicto no es apreciado como una “enfermedad” del cuerpo social, sino como una expresión de la sociedad democrática, que redunda en mayores condiciones de justicia.