En 1969, el Cordobazo abrió, a través de una praxis de clase concreta, una nueva perspectiva histórica en la conciencia de los trabajadores y de todos los que luchaban contra el Onganiato y el poder político en general, dejando como grandes lecciones la acción directa, la dirección obrera de la lucha anti-imperialista y la perspectiva de una organización histórica independiente de la clase obrera argentina. La profundización de este horizonte de visibilidad chocó con las expectativas generadas en torno al regreso de Perón, quien demostró la incapacidad política del gobierno para encausar la movilización de amplios sectores de la sociedad en torno a reivindicaciones de carácter inmediato (crisis del “pacto social”) sosteniendo, en cambio, la regimentación del movimiento obrero y la lucha contrarrevolucionaria a través del asesinato de cientos de activistas y delegados fabriles. En este trabajo nos centraremos en aquellos aspectos que dan cuenta de la ruptura política de los trabajadores con las direcciones burocráticas de sus gremios y sindicatos, en el sentido del agotamiento de una experiencia con el movimiento peronista en general y con Perón en particular; experiencia, por otro lado, enmarcada por una transición política que alcanzará nítidamente su súmmum en las jornadas de la huelga general de julio de 1975. De esta manera, nuestra principal hipótesis de trabajo sostiene que la última dictadura militar (1976-1983), régimen de dominación de crisis, vino a interrumpir esta experiencia con el nacionalismo burgués, propinándole a la clase una derrota efectiva aunque no decisiva. Para abordar esta problemática desde el mundo del trabajo y el clasismo, pondremos el foco de análisis en el caso de Electromecánica Argentina (EMA), fábrica de la zona norte del Gran Buenos Aires, dirigida entre 1973 y 1975 por la izquierda revolucionaria, Política Obrera (PO).