A lo largo de su historia, Centroamérica fue una codiciada tierra de disputa imperial dada su gran importancia geopolítica derivada de su posición Intercontinental e Interoceánica. Este involucramiento de los imperios afectó profundamente la vida política y económica de sus pueblos que sufrieron los continuos ataques e intervenciones desde el comienzo de su naciente independencia, la primera en 1821, conformando lo que más tarde se llamó República Federal Centroamericana. Con el fusilamiento de Morazán, patriota de la Independencia, el intento de unidad centroamericana se desmorona. Para 1854, Nicaragua se constituye como República. Pero las repúblicas aisladas serán aún más frágiles a los designios de E.E.U.U, quién financia a través de sus banqueros las campañas de filibusteros, que incluso llegan a proclamarse Presidente de la Nación, como es el caso de William Walker en 1856. El levantamiento de Sandino se produjo en el marco de la continua tutela y ocupación norteamericana que digitaba la vida de Nicaragua. Desde 1926 hasta 1934, un ejército conformado por obreros mineros primero y luego por campesinos, indígenas e incluso una brigada internacional de intelectuales y estudiantes dio el combate a brazo partido para expulsar a los ocupantes, utilizando la guerra de guerrillas como principal forma de lucha, resultando victoriosos llegado el año 1933. Asesinado Sandino en 1934, la semilla de su tozuda defensa de la soberanía se había sembrado en el corazón del pueblo nicaragüense retornando al poder en 1979, tras derrocar la dictadura somocista. Abierto este nuevo periodo, retomando el análisis realizado por Carlos Vilas, indagaremos acerca de cuatro cuestiones vinculadas a los procesos de liberación nacional en América Latina: la cuestión de clase, la cuestión nacional, la cuestión democrática, la cuestión del desarrollo.